domingo, 5 de diciembre de 2010

El Árbol de la Vida de la Cábala


El Árbol de la Vida de la Cábala es una representación de las 32 rutas comprendidas en las 10 sefirot y las veintidós rutas por las cuales pasan. El Árbol de la Vida describe el descenso de lo divino al mundo manifiesto, y los métodos por los cuales la unión divina puede ser lograda en esta vida. Puede ser visto como un mapa del psique humano y de la labor de la creación, tanto lo manifiestos como los ocultos. Es importante darse cuenta que la pura naturaleza de la divinidad es unidad, y que los aspectos o emanaciones supuestamente separados existen tan solo en vista de lo emanado, viviendo en un estado de ilusoria separación.


Los nombres y números de los diez sefirot :


1 - Kether (Corona) o Kether Elyon (Corona Suprema)
2 - Chokmah (Sabiduría)
3 - Binah (Entendimiento o Inteligencia)
4 - Chesed (Misericordia y Gracia) or Gedullah (Grandeza)
5 - Geburah (Severidad o Poder), Din (Juicio) or Pahad (Temor)
6 - Tifereth (Belleza) o Rahamim (Misericordia)
7 - Netsach (Victoria o Constancia)
8 - Hod (Glory or Majesty)
9 - Yesod (Foundación) o Tsedek (Justicia)
10 - Malkuth (reino) or Shekhinah (Inmanencia Divina).

Cuando en las diversas tradiciones se habla de dioses, nombres divinos, arcángeles y ángeles, en realidad se está haciendo referencia a determinadas energías intermediarias que a modo de escala se sitúan entre la Unidad Suprema, verdaderamente inmanifestada, y la variedad indefinida de sus manifestaciones fenoménicas. En la Cabala estas energías, o atributos divinos como ya hemos visto, son las sefiroth, cuyo despliegue constituye lo que se ha dado en llamar la Doctrina de las Emanaciones. Como sabemos las sefiroth recorren el Arbol de la Vida de arriba a abajo, de lo más sutil a lo más denso y grosero, conformando la propia estructura del cosmos, dividida en cuatro planos o niveles jerarquizados, los que el hombre puede vivenciar en sí mismo a través de su
Realidad física, psicológica y espiritual.

Estos cuatro planos comienzan con el más alto, Olam Ha Atsiluth, que significa Mundo de las Emanaciones, y a él pertenecen las sefiroth Kether (1), Hokhmah (2) y Binah (3). Esta triunidad de principios conforman las realidades ontológicas, referidas al conocimiento del Ser Universal, precediendo por tanto a la manifestación y progresiva solidificación de todas las cosas. Las energías más invisibles y profundas emanan de esta tríada suprema, que comienzan a manifestarse a partir del Mundo de la Creación, Olam Ha Beriyah, constituido por las sefiroth Hesed (4), Gueburah (5) y Tifereth (6). Como su propio nombre indica en este Mundo se generan las primeras formas creacionales en su aspecto más sutil e informal, manifestadas a través del Mundo de las Formaciones, Olam Ha Yetsirah, constituido a su vez por las sefiroth Netsah (7), Hod (8) y Yesod (9). Ese proceso de emanación finaliza en el Mundo de la Concreción Material, Olam Ha Asiyah, constituido sólo por la sefirah Malkhuth (10), que de todo el Arbol es la única visible y perceptible a los sentidos, siendo a partir de ella que comienza nuestro proceso ascendente de retorno a la Unidad.


Hay que tener presente que en cada plano hay un Arbol Sefirótico completo: uno en el mundo de Asiyah, otro en el de Yetsirah, otro más en Beriyah, y finalmente otro en el de Atsiluth. Nuestra visión del Arbol cabalístico adquiere entonces trimensionalidad, es decir que lo podemos visualizar (sin que por ello pierda su unidad esencial), a cuatro niveles de lectura, que están en todas las cosas, incluidos por supuesto nosotros mismos. También los textos sagrados y revelados de todas las tradiciones admiten ser leidos de esta manera. Dichos niveles son, pues, grados jerarquizados de conocimiento. Por ahora trabajaremos con el Arbol a nivel de Asiyah, es decir de la sefirah Malkhuth, el plano físico y de la concreción material, que es el del hombre condicionado por sus identificaciones egóticas y sus sentidos, y desde ahí, invocando a Kether, iremos ascendiendo gradualmente por distintos mundos, de lo más grosero a lo más sutil, de la cáscara al núcleo, lo que nos permitirá conocer otros estados de nuestra conciencia, que de esta manera se va universalizando hasta su plena identificación con el Ser, el Adam Kadmon o Adán Primordial.